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Exploración del cañón La Peña

Foto del escritor: Hector BarronHector Barron

El descubrimiento

En septiembre del 2021, navegando por Google Earth en busca de cañones, encontré una grieta con una sombra grande que pintaba a un buen cañón, así que comencé con la prospección de escritorio, ver fotos históricas en Google Earth, utilizar Google Maps que tiene buena resolución, y Caltopo para comenzar con mediciones.


Estos análisis mostraron un cañón divido en dos partes. La primera parte de una longitud aproximada de 750 metros y 115 metros de desnivel, la segunda, más pequeña de 370 metros de longitud y 90 metros de desnivel.


Busqué veredas que llegaran a la entrada, escape y salida. Encontrando que del escape hay una posible que nos lleve directamente al inicio rapidamente, sin embargo para la salida las 2 veredas que pude encontrar hacían un recorrido muy largo y empinado, un esfuerzo a evaluar si la segunda parte vale la pena de recorrer.




La visita de prospección

Junto con el club Sihuatl Mujeres Senderistas, nos dimos a la tarea de ir a caminar las veredas que hay para llegar a la entrada, el escape y la salida, además para ver que haya algo cañoneable.


Caminamos desde La Tinaja bajando por una terracería hasta llegar a la barranca donde de pronto se abre una depresión, allí mismo puede haber un rapel o desescalar por uno de los lados. Seguimos por afuera a lado de la gran grieta y cuando podíamos nos asomábamos para tratar de ver el fondo. Pudimos ver un pequeño rapel y más adelante el cañón era tan profundo que no tuvimos mucho éxito en ver que había adentro.




Caminamos por unos hermosos cerros hasta donde sería el escape, encontrando pozas de agua debido a la gran cantidad de lluvias que hubieron las semanas anteriores. Pudimos sortear un par de pozas escalando por algun costado, hasta que llegue a una poza larga donde en el fondo se veía lo que parecía una caída, posiblemente un último rapel.



Nos fuimos a ver el inicio de la segunda parte donde encontramos que hay un rapel de unos 4 metros para volver adentrarnos al cañón.


Para salir decidimos explorar la vereda que nos llevaría rápidamente de regreso, ésta es caminar subiendo por una cañada a la izquierda y que, con suerte, nos podría llevar a la vereda por donde pasamos y cortar un poco de camino. Así fue, aunque hay algunas pequeñas y sencillas escaladas, nos lleva a la vereda que, siguiendola, nos lleva al inicio del cañón y de allí de regreso a La Tinaja.


Estuve emocionado al ver que sí hay algo cañoneable, tal vez no de mucho reto pero algo como el cañón del Paraíso Escondido en El chico Hidalgo.



Otro factor que fuimos a ver, era la gente de la comunidad, averiguar como veían que gente ajena estuviera visitando sus montañas, además de posible inseguridad social que pudiera haber. Después de platicar con unas personas en una tienda, nos dimos cuenta que la gente es muy amable y no ven con desconfianza que vayamos a visitarlos. Su amabilidad fue tanta que cuando le preguntamos donde podríamos comer, nos informaron que no había, asì que la señora de la tienda con gusto no ofreció hacernos unas tortas de huevo o de jamón, en definitiva todo un manjar después de la caminata por el sol.


El descenso

Después de año y medio de haber visto ese lugar, sin planearlo mucho nos dimos la tarea de ir a explorarlo. Ese día desperté alrededor de las 5 am preocupado porque tal vez estaba subestimando el cañón, lo estaba comparando con el cañón Paraíso Escondido, pero, aunque ya no recordaba bien las medidas, éste es como el doble de tamaño por lo que debe tener más rapeles y yo solo llevo 7 plaquetas, además de que estoy confiando en solo una fuente de poner anclajes, el único taladro que llevo, pues no llevo burilador, al levantarme tomé más cordinos y unos excéntricos por si tenía que improvisar algo.


Nuestra cita era a las 9 y media. Me vi con Nancy y Elir a las ocho en San Juan del Río, comenzando a buscar algo para comprar de desayuno y en ese momento Diego nos marcó e iban unos 5 minutos adelante de nosotros. Víctor y Mirush me avisaron que llegarían a las diez y media a la Tinaja, así que paramos con Diego y Lolo a desayunar en Tequisquiapan, teniendo como objetivo llegar también a las diez treinta. Pero ahora a nosotros se nos hizo tarde y llegamos hasta las once al punto de encuentro, donde vimos a Mirush deambulando por la calle, cuando nos acercarnos a ella nos dice que al no vernos en el punto de encuentro, se fueron a buscarnos en el coche por una terracería, pero cuando ya iban de regreso, unos jeeperos los obligaron orillarse en una subida donde el carro quedó atascado, forzando el coche hasta descomponerse. El mecánico del La Tinaja pensaba que era la marcha, así que con una camioneta y a empujones lo sacamos del lugar donde estaba atorado e intentamos arrancarlo de reversa, pero la velocidad nunca entró. Vimos nuestras opciones y ya era la una de la tarde, no sabía si esta era una señal de que no debíamos entrar o eran mis nervios de no sentirme con el equipo necesario. Víctor nos menciona que no hay necesidad de quedarnos todos con él, y vimos la posibilidad de que al menos una persona lo hiciera, pero tampoco le vimos mucho caso, Nancy amablemente le dejó su camioneta para que él se pudiera mover y resolver la situación de su coche.



Nos alistamos, como es un lugar muy seco, y pensando que el año que fui hubo muchas lluvias, agregando que no ha llovido en muchos meses, yo pensé que a lo mucho encontraríamos algunos charcos que tal vez lleguen a la cintura pero no como para llevar traje de neopreno. Para las 2 de la tarde salimos hacia el cañón, hice el mismo camino que tomé aquella vez de la prospección, al poco rato llegamos a la entrada, a la depresión que de repente aparece dentro de la barranca, desescalamos para adentrarnos, sorprendidos de que le roca se sentía fría, algo inusual para un lugar tan caluroso. Una vez adentro nos encontramos con una pequeña poza de agua estancada en la cual nadie quería entrar, algunos alcanzaron a hacer una travesía alrededor de ella pero para el resto se nos complicó demasiado, después de 1 hora decidimos poner una placa para hacer un rapel que evitaría la poza.


Mas adelante nos encontramos con un rapel que llega a una poza, el rapel lo podríamos desescalar un poco, pero al final de todas formas teníamos que entrar al agua, pensando en que ya no podíamos tardar otra hora en sortear esa poza, puse un rapel. Después de ésta parecía venir otro rapel así que coloqué la placa para poder descender ambas caídas en un mismo rapel y poder recuperar desde debajo de la segunda caída. La poza me llegó al ombligo, era muy fría, aunque no sentía yo perder mucha temperatura y menos llevando puesto el rompevientos del Congreso Nacional del año pasado, al llegar al segundo tiro, compruebo que sí se tiene que rapelar, acomodamos las cuerdas y continuamos. Algunos se comenzaron a preparar para mojarse, quitándose las únicas botas que traían para no tenerlas mojadas el resto del fin de semana, otras personas se quitaron la playera para que no se les mojara y las enfriara.


Seguimos avanzando y adentrándonos cada vez más en lo profundo del cañón, hasta llegar a un pequeño pasillo de no más de 2 metros de ancho con grandes paredes. Comenzamos a encontrar geodas y cristales en la roca al igual que un paisaje de arcos de roca y rocas empotradas en lo alto.



Pasamos por más pozas y pequeños rapeles, los cuales algunos pudimos poner un puente o una punta de roca para anclar la cuerda, hasta llegar una parte donde las paredes se cerraban y cerraban hasta tener una separación de 20 a 30 centímetros y a continuación seguía una pequeña caída. Nos paramos en un par de rocas empotradas y sobre una vieja penca de maguey empotrada, la cual comencé a mover para saber realmente en que estábamos parados, y sentí como el suelo era bofo, rápidamente me quité y comencé a quitar la penca, mi sorpresa fue grande cuando me di cuenta de que debajo no había nada. Quité todo para poder ver bien y tener un paso seguro. Armamos otro rapel y bajamos por esa pequeña grieta que llevaba a otra poza que se llevaba nuestros gemidos de frío.


Continuamos y continuamos sin ver la salida. La gente comenzaba a desesperarse. Llegamos a un punto donde al fondo se veía una inmensa pared alumbrada por los rayos amarillentos del sol que anunciaban el atardecer. Aunque parecería que ya estábamos por terminar, pues arriba de la gran pared ya se veía cerro, pero no era algo que yo recordara que fuera así cuando fui a ver el final, me acerco y veo la cara de Nancy denotando un “ya valimos” y me dice "se vienen rapeles largos". De primera instancia estábamos en un rapel que sí parecía largo, pero si tomamos en cuenta de que no hay nada que nos dé una referencia de tamaño, solo una poza, rocas y las paredes del cañón, pensé fríamente y le calcule algo alrededor de los 25 metros, puse el anclaje y aventamos la cuerda de 30, y fácilmente llegó, nadé la poza, al terminar ésta, el cañón gira un poco a la derecha y unos metros más abajo se venía otra caída, un gran pozo rodeado de enormes paredes que nos adentraba aún más en lo profundo del cañón. Me asomo y veo de nuevo, una poza, rocas y guijarros al fondo, de nuevo a pensar fríamente, veo que son alrededor de 30 metros. Elir, que ya estaba conmigo me pasa una cuerda de 20 metros, aviento la punta para ver si llega, sin éxito, pero al caer veo que no falta mucho para que llegara, muy probablemente las 2 cuerdas de 30 que traemos pueden llegar en doble, de lo contrario se veía un punto donde se podría poner un fracionamiento o en el peor de los casos usar la técnica de cuerdas cortas, la cual comenzaba yo a practicar en mi mente.



El sol ya no alumbraba la gran muralla frente a nosotros, por lo que comienzo a preguntar si traían lámparas y, muy bien, todos y todas traían, les pedí que las fueran preparando pues era probable que al terminar este rapel ya sería de noche.


Pongo la cabecera y en lo que traían las cuerdas largas, junte las dos cortas para descubrir que sí llegaban al fondo, puse el nudo de unión después del anillo de la placa y antes de éste un descensor 8 empotrado, Mirush, que era la persona que tenía más experiencia de las personas que estaban en ese momento conmigo, fue la primera en bajar, explicándole antes el plan: de que cuidara la punta de su cuerda de rapel y que, además, yo le estaría dando cuerda a la vez, hasta que la punta llegara hasta abajo. Todo funcionó y marqué con un nudo donde era ese punto. Al final en total sería a lo más 30 metros de caída, así que la cuerda negra de Diego llegaría sin problemas. Uno a uno fueron llegando y les daba las mismas instrucciones “La cuerda naranja no llega, ten cuidado de no llegar a la punta, además yo te iré dando cuerda por lo que sentirás que desciendes” en cuanto comenzaban a bajar les daba cuerda más rápido que su velocidad de descenso para asegurarme de que cuando llegaran a la punta, ésta ya estuviera en la poza. Lolo y Diego fueron los últimos en llegar y allí ya pusimos su cuerda que llegó hasta abajo. Bajé al final con los últimos indicios de luz.


Recogimos cuerdas, y allí abajo se hacía una cueva donde no se sentía frío, por un momento me cruzó la mente "y ¿si nos quedamos aquí?" Pero recordando que podríamos llegar a 0 grados Celsius por la madrugada, aunado de que varias personas ya tenían demasiado frío en ese momento que no hacia tanto, descarté esa idea.



En ese punto el cañón da un giro casi de noventa grados a la izquierda, donde puedo observar el pasillo del cañón, pero ví algo más que me dio ánimos, ya se veía un cerro enorme alumbrado por la luna, lo reconocí como el cerro que está afuera del cañón por el que caminamos Julia, Adri y yo. Además, la última silueta del pasillo del cañón ya no se veía lejos. Otro punto que daba esperanza es que después de estos dos rapeles grandes el cañón se volvería muy plano, debido a que es un cañón con poco desnivel. Otro punto a nuestro favor es de que estamos en invierno y anochece temprano, por lo que todavía no debía ser tan tarde.


En ese mismo lugar hay otra caída de unos 7 metros donde puse otro rapel, y con una mirada de desaliento veo que ya solo quedan 2 placas. En este rapel bajamos por un trozo de roca cortado dejando ver unos dentados cristales, que por un momento me dieron miedo que fueran a cortar la cuerda. Afortunadamente la cuerda no rozó allí.


Bajamos directo a otra poza y a nadar, en ese momento comencé a sentir el embiste del frío, mis brazos se comenzaban a acalambrar, avanzar era muy difícil y sentía que me hundía. Terminé de salir, les propongo poner un rapel guiado, pero Diego me dice que mejor me adelante con alguien a ver si hay otro rapel. Unos metros adelante otra nadada, esta vez me costó más, comenzaba a mediar con bracear para avanzar a costa de sentir los calambres en los brazos y hundirme un poco o quedarme quieto para flotar a costa de sentir más frío por el largo rato de estadía en el agua, hasta que, con algo de sufrimiento, se terminó la poza para llegar a una desescalada, el cañón da un giro y al asomarme veo un pasillo de unos 30 metros de longitud completamente inundado que lo hacía parecer de 50 metros. Me comienza a preocupar mucho, la gente ya estaba cansada, con demasiado frío y todos sufríamos cada vez más en las pozas para nadar, además, la noche traía más frío al ambiente.



Ideo otro plan, le comento a Elir que me pase la punta de la cuerda, que le dejo mi mochila para irme nadando y que me fuera soltando la cuerda, para que cuando yo llegara al final de la poza las demás personas tuvieran una guía por donde jalarse. Trato de relajar el cuerpo para dejar de titiritear y tratar de descansar. Después de un par de minutos comienzan a llegar los demás, me lanzo al agua y comienzo, mejor dicho, trato de nadar, pero siento como el frío comienza a atacar, de nuevo los calambres en los brazos y el empezar a hundirme, en ese momento me doy cuenta de que aunque la mochila pesa mucho por el equipo de armado y de emergencia, la mochila me daba flotabilidad. Afortunadamente las paredes estaban separadas por metro y medio y podía hacer un poco de oposición para descansar con medio cuerpo fuera del agua, al igual la pared izquierda empezaba a cerrarse por debajo del agua donde podía poner un poco los pies. Avanzaba un par de metros y descansaba, los ultimos 3 o 4 metros se abría y ya no había descanso, me lanzo con lo que puedo y por fin llegué al otro extremo. Uno a uno fueron pasando jalándose de la cuerda, a excepción de Lolo y Diego que son unas máquinas de músculos y cuentan, además, de excelente condición física. Para ese momento ya no podíamos controlar los temblores del cuerpo, algunos ya presentaban síntomas de hipotermia, nos juntábamos como pingüinos, algunos se ponían las mantas térmicas en cualquiera de las esperas. Caminamos hasta que reconocí el lugar donde alguna vez estuve con Julia y Adri, al momento grité de felicidad que ya era el final, Lolo y Diego que estaban más adelante, también gritaron de felicidad.


La gente del pueblo y su gran amabilidad

El encontrar esa salida del cañón nos dio un shot anímico para caminar sin parar hasta llegar a La Tinaja. Antes de llegar comencé a pensar que donde podríamos encontrar comida a esta hora, recordando que la vez que fui con Julia y Adri no había nada para comer, y menos, ahora siendo las nueve de la noche. Pero resultó que en la iglesia había una Kermés donde estaban vendiendo tacos de bistéc y chorizo, tamales, elotes preparados, atoles, postres varios, y café. Realmente un paraíso para esos momentos.


Cenamos y comencé a platicar con una familia que tenía mucha curiosidad de lo que fuimos a hacer, tanta fue su curiosidad que me pidieron que les mostrara fotos o videos. Les mostré los videos que los dejó sorprendidos de que ese lugar existiera allí, comentándome que a ese lugar le llaman La Peña, un lugar al que acostumbraban entrar para sacar agua y llevar a sus casas. La gente amablemente nos invitó a que fuéramos el 3 de mayo, al día de la fiesta donde harían un mole de olla delicioso y que en esa fiesta no se paga, realmente la calidez de esa gente hace que uno quiera regresar.


Epílogo

Aunque tuve todo el conocimiento y estaba preparado para ciertas eventualidades, como el que una cuerda no llegara por completo en un rapel, subestimé demasiado el lugar. Fue un mal consejo no llevar trajes de neopreno, ya que sabía que había una posibilidad de que hubieran pozas de agua. También desestimé el análisis, hay una sección que al final muestra un desnivel del 100 metros en una longitud de 150metros, no le quise poner atención debido a que al ser un lugar tan cerrado, no creí que esas mediciones fueran acertadas, pero justamente comienza a mostrar ese descenso en donde se encuentran los rapeles de 25 y 30 metros. Por último, el entrar tarde a un cañón, casi siempre, hará que termines de noche. En definitiva, son buenas lecciones que ayudan a mejorar.


Desnivel en la parte donde coinciden las caídas de 25 y 30 metros
Desnivel en la parte donde coinciden las caídas de 25 y 30 metros

Falta equipar algunos rapeles que desescalamos al igual que recorrer la segunda parte que contendrá un par de sorpresas, sin duda regresaremos a terminarlo.


Actualizacion

Lolo y Diego al estar maravillados por la experiencia, no aguantaron en regresar y a las 3 semanas regresamos donde equipamos un poco más los rapeles y lo documentamos.


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